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Nuestra Señora de la Concepción |
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Nuestra Señora Madre de Dios de los Desamparados |
Nuestra Señora Madre de Dios de los Desamparados
A los pies del Señor, nos encontramos con su bendita Madre de los Desamparados y el Apóstol fiel. Ambas imágenes son obra del imaginero sevillano Antonio Eslava Rubio. La imagen de la Virgen de los Desamparados fue adquirida el día 17 de marzo de 1.973 y fue bendecida por el entonces obispo de córdoba don José María Cirarda Lachiondo. La Coronación Diocesana tuvo lugar el 9 de marzo de 1.980 en la iglesia parroquial de San Pedro, por el obispo don José Antonio Infantes Florido. En este acto, se le impuso a la Señora una corona de plata cincelada y sobredorada, sufragada por la feligresía y por diversos hermanos, obra del orfebre sevillano Manuel de los Ríos. Los daños que le ocasionó el fuego en 1.979 hicieron que fuera restaurada por Juan Ventura en febrero del año 1.980 quien, además de restaurarla, procedió a la fijación total de la encarnadura. Es una imagen de candelero, que lleva talladas la cara y las manos en madera de pino de Flandes. Morfológica e iconográficamente, responde al gusto neobarroco. Su rostro maduro, de pálidas carnaciones, se anima con los consabidos postizos: ojos y lágrimas de cristal y pestañas de pelo natural. María eleva la mirada al cielo, y en la expresión del rostro, de facciones redondeadas, grandes ojos enmarcados por arqueadas cejas y entrecejo fruncido y boca entreabierta con labios temblorosos, concentra toda la grave carga del dolor. Las manos, artísticamente movidas, refuerzan el sentimiento de pesar que quiere transmitir la imagen.
Viste saya de color verde esmeralda, bordada en oro por Antonio Villar en 1.996. El manto es de terciopelo negro con bordados en oro del siglo XIX. En 1.990, los bordados fueron pasados a un terciopelo nuevo por Pérez Artés. Sobre la cabeza lleva una corona de plata sobredorada, cincelada por Manuel de los Ríos en el año 1.980. De estética neobarroca, muestra un canasto profusamente tallado, coronado por seis bandas. Una ráfaga calada, de base ondeante, sostiene la hilera de rayos lisos. En la cúspide de la corona va una cruz sostenida por una esfera terráquea.
La saya procesional, estrenada en 1.980, es de terciopelo rojo sangre bordada en oro por las Madres Filipenses de Córdoba, con diseño de fray Ricardo. Luce una toca sobremanto bordada en oro por las Filipenses en el año 1980. Posee también un aro de estrellas realizado en alpaca por Manuel de los Ríos en el año 1.973, que lo usa cuando va vestida de hebrea.
La imagen de de San Juan Evangelista también es obra de Antonio Eslava realizada en 1.978 y restaurada por Juan Ventura en el año 1.980. Es una imagen de vestir, pero su estructura interna es de madera debastada. Ha sido representado joven, con la cabeza levemente torcida hacia la derecha, mirando a María; sus rasgos fisonómicos responden a los habituales en la representación del joven apóstol, de rostro aniñado, imberbe, con bigote incipiente, ojos castaños y óvalo acusado; el cabello abundante, tratado en sueltas guedejas. Las manos han sido hábilmente trabajadas y su movimiento está en relación con el diálogo que trata de entablar con la Virgen.
Completa su iconografía una túnica de terciopelo verde con bordados de aplicación en oro, realizada y diseñada por Antonio Villar Moreno en 1.995. Sobre ella porta un mantolín de terciopelo rojo con bordados en oro de Francisco Pérez Artés y diseño de Julio Ferreira de 1.991. Tiene también túnica y mantolín, ambos de terciopelo verde y rojo, respectivamente, decorados con una greca dorada y que fueron estrenados en 1.978 y realizados en la hermandad. Tiene un nimbo de alpaca sobredorada realizado por Villarreal en el año 1.979
Nuestra Señora de la Concepción
La imagen de María Santísima de la Concepción es obra de Juan Ventura y fue encargada en el año 1.986 por Manuel Jiménez García, quien posteriormente la donó a la hermandad en el año 1.987. Es una imagen de vestir, que tiene tallados busto y tronco hasta las caderas, y el resto de cuerpo de candelero. La cabeza y el tronco están realizados en madera de cedro y las manos en caoba. Su rostro expresa el sentimiento del dolor vivo, reforzado por el entrecejo plegado, una leve incurvación al inicio de las cejas, los grandes y llorosos ojos y los labios temblorosos. El óvalo, de formas delicadas, con grácil hoyuelo en el mentón, dulcifica la expresión. Las manos largas y bien trabajadas, contribuyen a acentuar la expresión de dolor de la imagen.
Viste una saya de terciopelo azul violáceo bordada en oro fino por Francisco Pérez Artés y diseñada por Julio Ferreira en el año 1.989. El rostro lo suele llevar enmarcado por encajes de blonda, teniendo varios tocados de diferentes encajes. El manto es de terciopelo morado. En el pecho lleva un puñal realizado por Hermanos Delgado en 1.989 que fue robado en el año 1.990 por lo que se ha realizado una réplica exacta del mismo que ha sido estrenado en el año 1.998. Tiene también una daga de plata cincelada, obra de Villar y Chacón. La corona es de plata y oro, realizada en Sevilla en los talleres de los Hermanos Delgado López y le fue impuesta el 8 de diciembre de 1.987. Es de estética neobarroca, con gorro muy calado, simulando una decoración de filigrana, con medallones circulares ornamentados con relieves y el escudo de la hermandad. El canasto se completa con bandas muy molduradas que se unen en el centro. La ráfaga es de base muy calada con rayos de distintos tipos. En el centro un pequeño templete da cobijo a una imagen de la Inmaculada realizada en oro y sobre ella, en la cúspide de la corona, se eleva la cruz.
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